La pandemia nos ha llevado a todos a replantearnos el cómo hacemos las cosas y a reinventarnos para poder seguir con los negocios, en un mundo que evidentemente no será igual. Nos preguntamos sobre mercados y canales de venta que antes no pensábamos, en busca de nuevas oportunidades.
En lo que respecta al emprendimiento es un fenómeno evidente. Empresas que hace dos años se encontraban en su zona de confort, comercializando sus productos en un mercado “cautivo”, ahora ven con otros ojos la posibilidad de abrirse a nuevos nichos en busca de clientes que les permitan mantener sus negocios a flote, o bien encontrar esa oportunidad de crecimiento tan anhelada.
El obligado boom de la tecnología y la hiper conectividad que vivimos en los primeros meses de esta crisis sanitaria, propició la entrega de información a través de distintos canales como: webinars, charlas, talleres, E-books y mucho material dirigido a los emprendedores interesados en incursionar en la internacionalización de sus ventas.
En este contexto, los órganos estatales cumplen un rol importante en el fomento y promoción de los emprendimientos con potencial exportador como, por ejemplo, ProChile que, si bien ha demostrado proactividad ante las nuevas circunstancias, cabe preguntarse si el modelo tradicional de apoyo y asistencia, es lo que realmente requiere el sector emprendedor con proyectos de exportación.
Hay cifras que sostienen algunas inconsistencias y desigualdad de oportunidades. Al revisar cifras oficiales sobre exportaciones*, durante el 2020 el total de empresas exportadoras fue de 9.178, registrando una caída de 6,4% respecto del año previo, liderando esta merma las pequeñas empresas con una baja del 15% en comparación con el año anterior.

Por otro lado, los datos arrojan un notorio centralismo. La región Metropolitana tiene el 44% del total de empresas que realizaron envíos internacionales, muy por sobre la Región de O’Higgins en segundo lugar con un 9,9%, seguido por el Maule con 9,3% y Valparaíso con 8,2%.

Fondos para exportar.
El tradicional Concurso de Promoción de Exportaciones Silvoagropecuarias de ProChile, registra una disminución de su presupuesto entre el 2015 y el 2018, tendencia que se revirtió el 2019 con un aumento del 7% respecto del año previo, alcanzando los $3.718 millones. Sin embargo, debido a la pandemia, el 2020 el presupuesto fue de sólo $1.114 millones aproximadamente, destacando el caso de las regiones de Tarapacá y La Araucanía que no recibieron fondos durante el 2020. Previsible en medio de la crisis, salvo por el daño a las empresas que, en algunos casos, dichos cortes fueron aplicados en medio de la pandemia cuando muchas de las empresas ya tenían habían planificado sus acciones comerciales y modificado su estrategia comercial de exportación.
La inequidad en la distribución de aportes públicos continúa. Nuevamente la región de Tarapacá no recibió fondos para la ejecución de proyectos, en contraposición con la región Metropolitana que duplicó su presupuesto, o las regiones de O’Higgins y Ñuble que recibieron más de $100 millones adicionales al año anterior.
“En la sexta, particularmente, el año 2020 se financiaron 14 proyectos y para el presente año se registran sólo 15 proyectos ganadores, con un presupuesto evidentemente más abultado. Este escenario desigual, sumado a la falta de asesoría efectiva a las empresas que desean exportar, logra el efecto contrario: los emprendimientos se desaniman y frenan su escalabilidad”, asevera Jaime Hidalgo, especialista en Negocios Internacionales de Neotrade.
Si bien el último Imacec de 18,1% evidencia una mejora en la economía, es gracias a la baja base de comparación respecto del año anterior, cuando la pandemia y sus efectos recién comenzaban. “Lo que hoy debe preocupar, o más bien ocupar, es que diversas instituciones nacionales e internacionales están corrigiendo a la baja las proyecciones para el 2022 y 2023, lo que da cuenta de la necesidad de fortalecer el tejido exportador, especialmente desde la base, siendo las micro y pequeñas empresas las que aportan una alta diversificación, en cuanto a producto y el valor agregado que generan”, sostiene el ejecutivo.
Desde Neotrade, aseguran que más importante aún, es apoyar a las empresas en su “preparación” para aumentar su competitividad, para lo cual es fundamental que instituciones como Prochile destinen una mayor cantidad de recursos al acompañamiento y fortalecimiento de las capacidades exportadoras en empresas de menor tamaño. De no existir voluntad para destinar más recursos, debe reconocerse el importante papel de empresas privadas que sirvan de agentes ejecutores y/o consultoras, especializadas en negocios internacionales, pudiendo generarse vínculos de cooperación, creando una red que vaya en ayuda de las micro y pequeñas empresas que están en una etapa temprana de internacionalización.
*Solicitadas por Ley de Transparencia.